En el siglo XIX las flores secas pasaron a convertirse en el pasatiempo femenino del siglo XIX, por motivos románticos o de inquietud científica muchas mujeres se largaron a los prados a recoger muestras para sus herbarios.
Oshibana
Durante la Edad Moderna (SXV- SXVIII) en Europa y Estados Unidos se continuó con el uso higiénico de las flores secas; pero mientras tanto en otra región del mundo una transformación se estaba generando.
En Japón durante el siglo XV aparece entre los guerreros Samurai el arte del Oshibana, ¿en qué consistía? en recrear situaciones o lugares de la naturaleza como árboles montañas y lagos a través de elementos orgánicos como hojas, ramitas, flores y plumas que se disponían sobre una tela y luego se enmarcaban.
La práctica de esta artesanía, que requiere de mucha concentración y paciencia, fue visto en sus inicios como un ejercicio para la disciplina interior de las elites militares. Con los años el Oshibana se democratizó, pervivió y se sigue practicando en Japón y en el mundo.
En 1997 el artista japonés Nobuo Sugino publicó el Libro internacional del arte de las flores prensadas, confeccionado con cientos de florcitas y hojas recolectadas en sus viajes por el mundo.
Desde 2010 Sugino preside una organización internacional dedicada al tema, que colabora con la conciencia del cuidado de la naturaleza entre los jóvenes y promueve el desarrollo de artistas.
Nobuo Sugino
"Con los años el arte del Oshibana se democratizó, pervivió y se sigue practicando en Japón y en el mundo."
Nobuo Sugino
Época Victoriana
Cuando en el siglo XIX se profundizaron las relaciones comerciales entre Japón y Europa esta manualidad llegó a Inglaterra transformándose en el pasatiempo perfecto para las mujeres de clase media y alta victoriana.
¿Sabían que prensar flores fue uno de los muchos intereses de la Reina Victoria? Los Archivos Reales conservan flores preservadas por la soberana inglesa, entre ellos ramos de novia de hijas y sobrinas.
Flores secas, recuerdo del Jubileo de Diamante de la Reina Victoria (1897)
Recoger flores del campo o del jardín, luego secarlas y prensarlas para armar pequeños cuadros, guirnaldas o adornar sus abanicos y sombreros parece una actividad muy romántica y algo superficial, sin embargo también desarrolló entre las mujeres un costado más curioso y racional al que socialmente no podía acceder con facilidad. Tengamos en cuenta que la Botánica y la Historia Natural (boom del momento) eran temas reservados a los hombres, por lo que la práctica del arte de las flores disecadas significó una escalera y un puente de las mujeres a la ciencia.
En la divulgación del “pressed flower art” en Inglaterra, Estados Unidos y otras zonas del Commonwealth prevalecieron motivos sentimentales propios de una época romántica (un viaje, un simple encuentro podían convertirse en el origen de un álbum), pero también la inquietud científica que significaba el registro botánico de las especies de una región se constituyó en una motivación muy fuerte; testigo de ellos son las decenas de álbumes y herbarios realizados por mujeres del siglo XIX.
" La Botánica y la Historia Natural (boom del momento) eran temas reservados a los hombres, por lo que la práctica del arte de las flores disecadas significó una escalera y un puente de las mujeres a la ciencia."
Emily Dickinson
La famosa poeta norteamericana Emily Dickinson (1830-1886) nos legó un precioso registro del patrimonio natural de Massachusetts a través de su herbario (digitalizado por la Universidad de Harvard:
(https://library.harvard.edu/collections/emily-dickinson-collection), sin embargo otras mujeres, algunas casi anónimas, nos han dejado su valioso aporte.
"¿Ya has hecho un herbario? Espero que lo hagas si no lo has hecho, sería un gran tesoro para ti; la mayoría de las chicas están haciendo uno." (1845, de Emily Dickinson a una amiga)"
El álbum de Gertrude Tredwell
Gertrude Tredwell
Tal es el caso de Gertrude Tredwell (1840-1933), joven norteamericana hija de una riquísima familia de Nueva York, quien en el verano de 1865 durante unas vacaciones vacaciones familiares en las Montañas Blancas (New Hampshire y en Northampton (Massachusetts) como diversión se inició junto a su madre y hermana en el armado de un herbario de helechos, flores y algas secas.
Corona de hojas y flores, Colección personal de Gertrude Tredwell.
Albumes, hojas sueltas y recortes que llevan las iniciales de Gertrude, así como anotaciones sobre dónde obtuvo los ejemplares se encontraron en la casa familiar de Nueva York . Algunos helechos de la colección llevan el título de “Harlem” que ilustran acerca de lo silvestre que era esa zona de la ciudad de Nueva York a mediados del siglo XIX.
Seabright . Colección de Gertrude Tredwell. 1876
Otros especímenes de la colección son de finísimas algas marinas, seguramente recogidas en las costas de Nueva Jersey. El pegamento propio de las algas hacía fácil pegarlas en hojas de cartón. Buscar algas requería mucha delicadeza y bastante valentía ya que ingresar al mar con botas y las pesadas vestimentas victorianas no debería ser simple.
Me gusta imaginar a estas mujeres con sus vestidos blancos de playa, portando canastas llenas de flores para secar.
Holyoke, Colección de Gertrude Tredwell, 1876
"Mujer with corona de hojas en su cabello sentada en un campo de margaritas" circa 1900, fotográfo desconocido, via Library of Congress Prints and Photographs Division.
Gertrude nunca se casó por haberse enamorado del hombre equivocado, se recluyó y murió en la casa familiar a la que que preservó intacta como a sus flores, hoy se puede visitar y dice la leyenda popular que su fantasma recorre la casa.
¿Cómo se prensaba las flores en la época de Gertrude?
Pensamientos (Viola × wittrockiana) , margaritas (Bellis perennis), campanillas (Convolvulus tricolory) y violetas (Viola odorata) figuran entre las flores ideales para secar y prensar por sus pétalos de una sola capa; también helechos, hojas y hierbas y como vimos hasta algas.
Se recogían en primavera especialmente en la tarde cuando el rocío ya se había secado, después se las colocaba entre hojas de papel secante que se presionaban con unas correas de cuero entre dos tablas de madera para achatar bien los ejemplares. Se pegaban o cosían en papel de seda o sobre telas como terciopelo o friselina.
Existen decenas de álbumes de coleccionistas pensados con el fin de estudiar la botánica, que incluían descripciones taxonómicas y físicas de las plantas recolectadas.
Flores de Jerusalem
A partir del bello volumen de tapas de madera “Flores de Tierra Santa” del hijo de un misionero alemán, Frederick Vester, construir álbumes de esta zona sagrada se convirtió en una tradición europea entre peregrinos y turistas a fines del siglo XIX y principios del XX.
Las imágenes de esos álbumes nos legan una “visión romántica de la naturaleza y la ciencia” según Maria Zytaruk de la Universidad de Calgary, los ejemplares incluyen versos de poemas y versículos de la Biblia con referencias a la naturaleza, cruces e imágenes religiosas.
Flowers of the Holy Land, c. 1890s.
"Las imágenes de esos álbumes nos legan una “visión romántica de la naturaleza y la ciencia” según Maria Zytaruk experta de la Universidad de Calgary"
Herbarios y stress en el siglo XXI
En tiempos de recuperación de artesanías y oficios antiguos mucha gente se dedica actualmente a armar sus propios herbarios. La revista española Telva de enero de 2020 dedica una nota sobre este hobby: una tijeras, pinzas y una prensa de flores, es todo lo que se necesita para iniciarse. Es relajante, obliga a la concentración y nos conecta con la naturaleza.
Mr. Studio
Mike Pollard y Rika Yamasaki, son dos diseñadores londinenses dueños de Mr Studio que se dedican a este arte y sus obras nos deslumbran desde su cuenta de Instagram @mrstudiolondon
"Nos inspiran especialmente las flores que crecen en muros derruidos o esos pedazos de bosque que crecen en callejones abandonados. Es muy gratificante convertir algo que pasaría por desapercibido en algo hermoso digno de ser apreciado y conservado".
¿Quién se anima esta primavera a recolectar flores y construir su propio herbario?
FUENTES:
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