El nombre de la diseñadora se ha vuelto icónico en el mundo de las flores de Buenos Aires y sus exclusivos workshops con“flores de jardín” siguen convocando seguidores.
Tierra Floral: Irina: ¿podes contarnos cómo pasaste de estudiar Física en tu país natal a ser Diseñadora de Interiores en Nueva York y de allí a vivir en la Argentina y convertirte en una referente en diseño floral ?
Irina: En Rusia, después del colegio me puse a estudiar Física porque mis padres son físicos y yo no tenía claro que quería hacer de mi vida. Siempre había sido buena estudiante y pensé “porque no Física?¨. En 1992, dejé la Fisica y me mudé a Nueva York donde viví más de veinte años. Ahí empecé de cero, cuidando chicos de una familia americana.
Al cabo de un tiempo, empecé a estudiar Diseño Gráfico porque me gustaba dibujar. Después de trabajar como diseñadora gráfica volví a estudiar, esta vez Diseño de Interiores. Trabajé en varios estudios de diseño especializados en hoteles, restaurantes y tiendas.
Cuando me mudé a Buenos Aires en 2014 por el trabajo de mi marido, quería probar algo distinto en esa nueva etapa de mi vida. Siempre me gustaron las flores (mi abuela era una jardinera maravillosa con un jardín lleno de rosas y peonias). Así empecé. Tuve la suerte de que mi amiga Silvina Bidabehere me presentara a una persona re-importante, mi compañera en Tremens, mi “partner in crime”, Cecilia De la Fourniere. Ceci me abrió las puertas al mundo de la floristería acá .
TF: ¿Por qué corriente de diseño floral te inclinas?
Irina: Hace bastante que me fascina la magia y frescura de las flores que empezaron a aparecer en varios lugares de Nueva York. Nunca me gustaron los arreglos formales, con flores apretadas o muy elaborados. Siento que en ese tipo de arreglos la naturaleza se ve forzada. Empecé a mirar más y me enamoré de los arreglos de Ariella Chezar, la Musa de las Flores, Nicolette Camillee, Saipua, o Putman Flowers.
Después leí mucho sobre Constance Spry y me di cuenta cuanto que me gustaban esos tipos de arreglo que son “perfectly imperfect”.
Aprendí a respetar la naturaleza: sus estadios, sus formas y movimientos, como nuestro trabajo afecta la naturaleza, por ende trato ser lo más respetuosa posible con ella. Nunca uso esponja floral y en mis clases sigo enseñando técnicas alternativas.
No me interesan ni hago únicamente arreglos románticos, me encanta el talento de Emily Thompson o de Azuma Makoto - sus instalaciones son obras de arte-, también admiro las composiciones gráficas de Metafloral o de Isaisafloral.
Me inspiro mucho en las pinturas de naturaleza muerta del siglo XVII, pero hago mis pinturas con flores de verdad en lugar de óleo...
Trato de hacer de todo, probando cosas y estilos nuevos, pensando en nuevos talleres, nuevas instalaciones. Si no variara de proyectos y estilos, me aburriría haciendo lo mismo.
TF: Tus diseños con flores se asocian a viviendas particulares, a la decoración de interiores y eventualmente a instalaciones para artistas. ¿cuál es la razón? ¿diseñarías para eventos?
Irina: Hago algunos diseños para eventos, aunque muy seleccionados. Al principio hice unas bodas, pero no disfruté tanto la experiencia.
En mi opinión, en las bodas grandes o eventos comerciales, hay tanto de desperdicio de naturaleza, mucho residuo de esponja floral que es mortal para nuestro medioambiente.
También hay muchas cosas artificiales - como luces de colores y “disco balls” que chocan totalmente con la estética de la naturaleza.
Me encantaría hacer alguna boda en estilo “Toscana” o incluso estilo “Gaucho” con mesas afuera, en el campo, muy romántica, fresca y natural. Igualmente sigo haciendo eventos chicos, según el criterio de que lo más importante es la creatividad y diseño, donde menos es más.
TF: Como una florista extranjera en Buenos Aires, ¿podrías contarme cómo ves la “cultura floral” o la “aproximación a las flores” en la Argentina?
Irina: Creo que estamos muy limitados con la variedad de flores que tenemos acá en Buenos Aires. Estoy hablando del mercado comercial, no de los jardines.
Siento que faltan colores, por ejemplo los pasteles. Hay poca variedad de flores. Me imagino que una razón se debe al clima que tenemos en Buenos Aires, pero también hay algo de inercia para probar cosas nuevas. Yo veo muchas flores interesantes en los jardines de acá que no existen en los mercados.
En los pocos años que llevo acá trabajando con flores, hubo bastantes cambios en el mercado comercial de flores (Barracas).
Al principio había solo un puesto con marimonias y el año pasado el mercado estaba lleno de marimonias; además aparecieron anémonas, zinnias, dalias (todavía pocas) pero ya están. Además hay mucha más oferta de flores secas.
TF: ¿Cómo nacieron tus marcas “Meenoush“ y “Luir Vases” y a qué público están dirigidas?
Irina: Meenoush no significa mucho y yo ya casi no uso ese nombre. Me parece que soy más ¨conocida¨ simplemente como Irina K.
Luir es la marca de mis floreros y varios objetos de diseño. Luna Paiva (artista argentina), me invitó una vez a conocer una fundición donde ella hace sus obras. Fui con Luna y me enamoré del lugar, de su gente. Me inspiré y desde allá empecé a diseñar y producir mis diseños (floreros, candelabros, etc). Después diseñé y produje otros floreros de cerámica con una ceramista amiga.
Me divierte tener esta parte de mi actividad anterior (diseñadora de interiores) presente en mi vida actual. Luir es un juego con la palabra Luire (brillar en francés). Del público, no se… en general, a todos les gusta mi estilo y mis diseños, los objetos son hechos a mano y por eso no puedo venderlos al ¨por mayor¨.
TF: Sabemos que últimamente la múltiple Irina (mamá, diseñadora y florista) se ha volcado a un proyecto de plantación de flores de corte ¿Cuál fue tu motivación para iniciarte en Tremens?
Irina: Tremens empezó por la necesidad para tener más variedad de flores y tener flores de cada estación. Al principio cortaba flores en jardines de mis amigas (gracias eternas a Clara Billoch y su jardín mágico), pero es imposible sostener un negocio así.
Tremens ya tiene casi un año, cumplió un ciclo de todas las temporadas. Fue un experimento muy interesante y nada fácil. No somos jardineras ni paisajistas. Aprendimos mucho en modo ¨prueba y error¨, nos divertimos mucho.
Al principio buscamos un terreno para hacer una producción grande, pero por suerte se nos complicó, ya que ahora estamos probando cosas en formato más chiquito y podemos mejorar de a poco.
Las flores de Tremens las uso en mis arreglos y las usamos para nuestras clases in situ. Por ahora Tremens es un laboratorio para probar y experimentar con flores.
TF: La pregunta que muchos se hacen: ¿Es rentable ser florista en nuestro país?
Irina: De verdad no sé. Estoy buscando mi camino propio todavía. Porque tengo una visión muy particular de lo que me gusta hacer, qué quiero comunicar con mis arreglos, que tipo de instalaciones, eventos, clases, etc. por eso no tomo cualquier proyecto.
Me imagino que con proyectos grandes y comerciales es posible, estoy buscando cómo puedo hacer ese tipo de escala de mi manera, sin perder mi alma y mi amor por flores. Me parece que hay un camino largo que exige algún cambio cultural.
Soy optimista y creo que todo es posible. Me gusta soñar en grande y no sentirme limitada todo el tiempo, aunque después la realidad te corrija.
TF- Popurrí:
¿Si no hubieras sido florista serías?
Yo ya tuve muchas vueltas en mi vida - física, diseñadora gráfica, diseñadora de interiores... pienso que sería, algo con viajes, con culturas distintas. Me parece que no hay algo más enriquecedor e interesante que aprender distintas culturas, idiomas, otros puntos de vista.
¿Una celebración que te guste decorar con flores?
Alguna instalación grande donde yo tenga suficiente recursos y tiempo para ejecutar lo mejor posible. Soy detallista y siempre siento que me falta algo, nunca estoy satisfecha con mi trabajo.
¿Una flor?
¡Una sería imposible! Mis flores favoritas son las amapolas islándicas, los tulipanes, cuando sus curvas parecen un cisne, las peonías y las lilas
¿Un libro o una película?
Libro - Anna Karenina de Tolstoy
Película - Life of Others.
¿Una anécdota para recordar?
Mi abuela Amalia Zaidman nació en Buenos Aires (en la calle Montevideo donde ahora vivo yo) en 1905. Ella era rusa, judía. Su padre y madre salieron de Rusia en el fin de siglo XIX (en barcos) y se conocieron acá en Buenos Aires. Yo fui al Museo de los Inmigrantes y pude conseguir el certificado de la llegada al puerto de mi bisabuelo. Después de la revolución soviética, la familia volvió a Rusia (mi bisabuelo, bisabuela, mi abuela Amalia y su hermana Libertad) y nunca más volvieron a la Argentina.
TF: ¿Qué mensaje te gustaría hacer llegar como diseñadora floral en estos tiempos de crisis sanitaria y cuarentena?
Irina: No tengo la respuesta perfecta para esta pregunta, quizás la frase de la escritora Joan Didion sea mi respuesta, hasta que tenga una mejor:
We imagine things - that we wouldn't be able to survive, but in fact, we do survive. We have no choice, so we do it.
“Imaginamos cosas: que no podríamos sobrevivir, pero de hecho, sobrevivimos. No tenemos otra opción, así que lo hacemos”
CONTACTO IRINA:
Instagram: @irinak.ba
FOTOS
Créditos a Irina Khatsernova
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