La cuarentena obligada colaboró con ponerlos en boga; la falta de flores y el deseo de ver más vida en nuestros hogares-refugio hizo que los secos fuesen furor este 2020. Pero no confundamos, los secos de colores artificiales que duraban años y se llenaban de polvo en un centro de mesa o en un toilette, pasaron. Tendencias orgánicas, más frescas y con mucho diseño los han reemplazado.
Así iniciamos una serie de notas sobre “los secos” ayer y hoy. Pasearemos por algunos momentos del pasado para curiosear sobre cómo los hombres y mujeres desde épocas muy antiguas aprovecharon lo que la Naturaleza les regalaba a través de las flores y hierbas secas y frescas de su región.
Antiguo Egipto:
Gracias a la Arqueología se conservan registros en pinturas, frescos, y cerámicas, que ilustran acerca del aprecio por las flores de las primeras culturas que habitaron el Oriente Medio.En el Antiguo Egipto se disfrutaba a pleno de las flores en la vida cotidiana y acompañaban a los muertos en su viaje final, recordemos que este pueblo vivía su vida pensando en la inmortalidad.
Cuando el arqueólogo inglés Howard Carter en 1923 años abrió el sarcófago del faraón Tutankamón (1336 AC–1327 DC) descubierto en el Valle de los Reyes, se sorprendió al encontrar una bellísima guirnalda de flores colocada en su pecho. El collar estaba formado por filas de pétalos y flores, hojas, bayas y cuentas de loza azul cosidas sobre un soporte de papiro (Cyperus papyrus) y unos lazos de lino lo aseguraban alrededor del cuello del difunto.
Algunas de los elementos vegetales usados en los collares de Tutankamón han sido identificados como hojas de olivo, acianos (Centaurea cyanus), frutos de amapolas, hojas de olivo (Olea europaea), hojas de sauce (Salix sp), pétalos de nenúfar azul o flor de loto (Nymphaea caerulea) y hojas de apio silvestre.
El collar, una verdadera obra de orfebrería floral, se completaba con hojas de palmera datilera y frutos de mandrágora (Mandragora autumnalis).
Collar de Tutankamon. Metropolitan Museum of Art, New York
Se sabe. a través del Libro de los Muertos, que en largos los rituales religiosos previos al enterramiento, los egipcios utilizaron aceites y esencias provenientes de la maceración de flores y semillas secas a fin de perfumar los cuerpos, que eran momificados para realizar su viaje hacia el otro mundo.
Para esta tarea empleaban lavanda aromática (Lavandula officinalis), tomillo (Thymus), manzanilla( Chamaemelum nobile) y Henna (Lawsonia inermis) entre otras flores y hierbas aromáticas y tintóreas.
El hecho de ataviar los sarcófagos con hojas,flores y pétalos significa, según los historiadores, un profundo gesto de simbolismo religioso, así como una expresión del status social del difunto en cuestión: faraones y su familia y altos funcionarios de la elite.
Edad Media:
Durante la Edad Media europea las plantas secas tuvieron infinidad de usos: antiséptico, desinfectante y aromatizador natural de hogares y prendas.
Tanto en los castillos como en la casas de los labriegos la limpiez no era tarea fácil, y los baños personales se consideraban muy poco saludables; por lo tanto podemos imaginar como olerían la gente, los hogares y las calles. Imaginemos por un minuto un mercado callejero medieval, restos de animales, peces y frutas podridas en el medio de un suelo barroso, sumados a otros hedores menos elegantes...
Jardín medieval del siglo XV
Apelando a la profusa cantidad de plantas de jardines y bosques se concibieron soluciones prácticas para remediar estos nauseabundos olores.
Hacia el siglo XII dice la leyenda que en Francia nace el Pot pourri (del francés olla podrida) una mezcla de flores y hierbas que se maceraban y luego colgaban en unos recipientes con tapas perforadas en diferentes lugares de las casas para perfumar y refrescar. ¿No es paradójico que la "olla podrida"sirviera para aromatizar?
Estas florecitas maceradas se conservaban también en bolsitas de gasa que luego se ubicaban en armarios y baúles para dar fragancia a la ropa de cama o a los ajuares de una novia.
Un detalle pintoresco es que las florcitas y hierbas en cuestión se llegaron a portar en unos pequeños recipientes de madera que las mujeres escondían entre sus prendas para salir a la calle (lavanda, rosas, cáscaras de naranja y limón así como Menta Piperita, fueron algunos de los ingredientes).
Alquimia, jardín de hierbas medieval y horno secador de hierbas, German Museum,
Con el tiempo el pot pourri se perfeccionó y en lugar de la masa gris informe de flores no reconocibles de siglos anteriores se pudieron entonces reconocer los colores y aromas de las flores, gracias a la incorporación de fijadores y aceites naturales. Se difundió tanto su uso que hasta le dió el nombre a un fino accesorio para la decoración del hogar.
Hermoso pot-pourri de porcelana de estilo Sèvres,Francia, Siglo XIX
Algo similar se inventó en Inglaterra, los pequeños y apretados ramilletes de hierbas y flores llamados Tussie Mussies o Nose Gays, que hombres y mujeres llevaban junto al pecho al salir a la calle, una especie de defensa para el olfato en la vida callejera. Se divulgaron tanto que incluso se creía que los pequeños bouquet eran una protección eficaz contra las pestes graves que asolaban las ciudades periódicamente.
En la primavera y verano los campesinos recogían hierbas silvestres y flores que luego colgaban en ramos de techos y ventanas de la casas con fines antisépticos, aromatizantes y también repelente de insectos.
Otra tarea que se hacía una o dos veces una vez al año en las viviendas populares era cambiar el pasto que cubría los pisos, sobre el mismo luego se esparcían flores y hierbas secas (rosas, lavanda, margaritas, salvia, violetas, mentas, manzanilla y albahaca entre otras)
Imagen de libro ilustrado medieval sobre jardines de hierbas
Es interesante observar que parte de la tarea doméstica del ama de casa medieval incluía ocuparse de las hierbas: extraer aceites, quemarlas en forma de “pastillas”, armar los pot pourri y colgar los ramos de los tirantes de los techos (para los amantes de la serie Oultlander, Claire la protagonista que viaja en el tiempo, se la ve en una escena armando ramos secos en su cabaña de Carolina del Norte). Las hierbas eran cosa de mujeres.
Mientras tanto en los monasterios, los monjes, grandes botánicos y cultivadores de plantas en su jardines, también secaban flores que luego usaban para los tintes naturales con los que pintaban sus libros impresos a mano.
Libro de las Horas. Tory, Geoffrey (1480- 1533). Paris
(continuará)
Fuentes:
Virtues and Pleasures of Herbs through History
A History of Potpourri by The Herb Lady
Sacred floral garlands and collars from the New Kingdom Period and Early Third Intermediate Period in Ancient Egypt. 1550 B.C - 943 B.C., Tomashevska, Marija